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Crónica AEROSMITH. Madrid. 29 de junio de 2017

Crónica de Aerosmith en Madrid el pasado 29 de junio junto con Eclipse y Alter Bridge en el auditorio Miguel Ríos de Rivas (Madrid)

Os presentamos nuestra crónoca de Aerosmith en Madrid del pasado día 29 de junio.

¡¡¡Por finnnn!!! Ya me he quitado esa espinita que llevaba clavada en el corazón desde hace veinte años. ¡¡¡¡¡He visto a Aerosmith!!!!!

Y tengo que decir que es una de las pocas veces en las que, tras ver a una banda de las grandes y de las de toda la vida, salgo sin decir: “Mierda, tenía que haberles visto cuando estaban en lo más alto, ahora no son ni la mitad de lo que eran”.

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Para empezar nuestra crónica de Aerosmith en MAdrid tenemos que decir que lo vivido en el infierno de Rivas, infierno, por los continuos atascos, tanto para entrar como para salir, y por el viento, y frío, que siempre hace, fue, simplemente, grandioso. Sí es cierto, que la velocidad no es la misma, muchos años, kilómetros, vivencias, hay a sus espaldas, pero la actitud, la puesta en escena, el descaro, y la calidad musical, hace que ese primer detalle, el de la lentitud de movimientos, no sea más que eso, un detalle, y una vez más se demuestra la máxima: ¡cuánto hay que aprender de los “mayores!

Empieza el espectáculo

Todo comenzó con la proyección, y bajo el sonido de Carmina Burana, ese “clasicazo” tan potente y heavy, de imágenes que mostraban la historia de la banda. Había de todo, fotos de estudio, en vivo, de los álbumes, e incluso se hacían guiños a ese paso del tiempo y de la tecnología musical, viéndose imágenes de musicasetes al principio del video y de reproductores de música en formato digital al final.

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Tras el trallazo del Carmina Burana, una voz, fuerte, chillona, y que parecía en directo, no llegué a entender bien lo que dijo, algo de Madrid y que diéramos la bienvenida a Aerosmith, comenzaron a sonar los riffs de presentación de Let The Music Do The Talking. El sonido era bueno, a mi modo de entender.

Todo estaba en su sitio, incluso el teclista, semiescondido, y además, todos presentaban muy buena planta. Pero algo faltaba, ¿dónde estaba la estrella?

Eterna juventud

El señor Tyler, y su eterna juventud, no se hizo de rogar y apareció. Nada más saltar al escenario ya estaba el lío montado, la tormenta perfecta, la película 10. Por un lado estaba la base rítmica, esa parte seria, la del buen hacer, la de poner todo en su sitio y cuadrado, y por otro, el descaro, la energía, la “improvisación” y el salirse del guion. Entre medias, la virtud, como diría Aristóteles, a medio camino de ambos, el gran Perry.

Steven Tyler, sin duda, es el amo, líder, el carisma de la banda. Iba con sus pintas de siempre, el pie de micro de siempre, los fulares de siempre, la actitud de siempre, creo que fue en Love In An Elevator cuando se tiró al suelo a hacer algún que otro movimiento obsceno, y animando al público, como siempre. Su voz, ya no es la que era, está más rota, pero vamos, no se puede pedir más. Hace todo eso con solo 69 años, que creo que son los que tiene.

Actitud, actitud actitud

Con todas estas imágenes en la cabeza, y los ojos bien contentos, llegaba el momento de alegrar también a las orejas, a las que iba llegando un set list que para mi gusto fue correcto, le doy un bien. No tiene más nota ya que metieron bastantes versiones y quizás faltó algún pelotazo de los antiguos, como Mama Kin. Se centraron en sus grandes éxitos, los de su primera época, más rockera y pura, y los de su segunda, caracterizada por auténticos pelotazos mucho más comerciales y para todos los públicos. El pero, el continuo apoyo de coros pregrabados, pero que, y sin justificarlos, son necesarios para el apoyo de Tyler.

El bolo tuvo cuatro partes bien diferenciadas. La primera, más directa, rápida y contundente, con Let The Music Do The Talking, Nine Lives, Love In An Elevator y Living On The Edge, Rag Doll y Falling In Love (Is Hard On The Knees), que sonaron casi del tirón, que maravillaron al público y que hicieron que la entrada estuviera ya amortizada.

Un merecido descanso para Tyler

Una segunda, más blusie y sentida, y supongo que también necesaria para que Tyler descansara, en la que Perry fue el gran protagonista, tanto a la voz como a la guitarra. Sonó en esta parte Stop Messin´ Around, Oh Well y (Remember) Walking In Sand.

La tercera parte es en la que se recobra la senda de los grandes éxitos, aunque ya todo de manera más calmada, tanto por la banda como por el público, pero sin bajar de intensidad ni entrega. Así sonaron, Sweet Emotion, en esta canción la base rítmica, el bajo sobre todo, es brutal, I Don´t Want Miss A Thing, Come Together, Eat The Rich, Cryin´ y Dude (Looks Like a Lady).

La cuarta parte fueron los bises. Empezaron tras un buen tiempo de espera, primero porque había que instalar en el escenario el piano, y segundo porque no vi a la gente que se molestara en tatarear, animar o hacer algo para que la banda saliera antes.

El clima no ayudó pero no fue problema para los chicos de Aerosmith

Aunque fue un poco de bajonazo, hacía frío y había que esperar, en cuanto salió Tyler y comenzó con una perla de Angel y después Dream On, todo ese malestar se acabó, y yo, personalmente, estaba en el cielo. ¡Qué puesta en escena!, Perry haciendo el solo subido en el piano, y después Tyler encima del instrument blanco. En fin, maravilloso, de lo mejor del concierto.

Para acabar esta cronica de Aerosmith en Madrid comentaros que decidieron acabar con una version de James Brown, Mother Popcorn, que para mi fue un error, y Walk This Way, que quedó un poco descafeinado.

Después de esto, ovación y presentación de los miembros de la banda, y a casa, a vivir el atasco de la vida, pero que se aguantó bien, ya que todavía estaba en nuestras retinas la lección de Hard Rock y de actitud Rockera que acababan de darnos los de Boston. ¡Larga vida al Rock And Roll y a las estrellas de toda la vida, no deberían morir nunca!

Rock On!

Crónica Realizada por Ape Navarro