Nuestro compañero Luis F. Gomez nos relata lo mucho que disfrutaron el pasado jueves con Skinny Molly en Barcelona
Siempre es un placer acercarse a la pequeña sala Rocksound del barrio del Poble Nou de Barcelona. Para muchos, entre los que me incluyo, se ha convertido en una especie de oasis Rockero dentro de tanta estúpida modernidad cultural y vanguardia mal entendida de la que peca tanto la ciudad. Mi ciudad.
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El Rocksound es, salvando las distancias, el CBGB Barcelonés. Tienen una programación de conciertos excelente y una pasión en lo que hacen dignos de admiración. Ojalá que dure muchos años más.
Muy buena entrada de Skinny Molly en Barcelona
En esta ocasión la sala presentaba una buenísima entrada, y es que, ver a Skinny Molly a un palmo de tus narices es un auténtico privilegio. Los de Nashville ofrecieron un show de algo más de 90 minutos que no defraudó a nadie. Mike Estes, guitarra, cantante y líder la banda, tocó con Lynyrd Skynyrd y Blackfoot. Jay Johnson , guitarrista, tocó también en Blackfoot y con The Rossington Band, así que ya sabíamos lo que nos iba a caer encima esa noche: un auténtico homenaje a la música de raíces americana en general, y al Rock sureño en particular.
Skinny Molly repasaron sus tres excelentes discos a lo largo del show. Allí sonaron auténticos cañonazos de la banda como “Better tan I should”, “If you don’t care”, “Two good wheels”, “Devil in the bottle” o “Here for a good time”, que nos sonaron a gloria bendita. Johnson y Estes se complementan muy bien como guitarristas y transmiten un buen rollo que se contagia, y el bajista Luke Bradshaw y el baterista Kurt Pietro (también ex Blackfoot) son unos auténticos musicazos con una energía que tira para atrás.
Skinny Molly dándolo todo en Barcelona
Evidentemente, teniendo en cuenta el bagaje musical que llevan a sus espaldas, todos esperábamos sus ya famosas covers de Skynyrd y Blackfoot, y las hubo, aunque también homenajearon a Steve Earle tocando una excelente “Copperhead Road”, a sus satánicas majestades con una gran “Dead Flowers”, y a Free (vía Blackfoot) con una genial “Wishing Well”. Jay Johnson se animó a cantar el “Train, train” de Blackfoot, pero cuando aquello se vino abajo fue cuando le llegó el turno a “Sweet Home Alabama” y, sobre todo, a la versión de más de diez minutos que hicieron del “Free Bird”, con una comunión entre banda y público que casi hizo llegar al éxtasis a más de uno. Impresionante final de un concierto sudoroso (como ha de ser) y auténtico al 100%. Al final del show la banda se quedo en la sala hablando, firmando, y fotografiándose con todo aquel que quiso, dando muestra una vez más de humildad y buen rollo. Gran noche.
