Dos enormes maestros de las seis cuerdas se juntan para crear este interesante trabajo de puro Rock que va más allá del lucimiento personal
Poca introducción necesitan estos dos dioses de las seis cuerdas. Por un lado, Adrian Smith, uno de los guitarristas de la famosa banda británica de heavy metal Iron Maiden. Por el otro, Richie Kotzen, con quién hablamos hace unos días precisamente sobre este álbum y que saltó a la fama de la mano de bandas tan conocidas como Poison o Mr Big. De esta combinación no podía salir un disco malo, prueba de ello es el disco que tengo entre manos: su disco debut. Quién sabe si habrá más en un futuro.
El disco fue grabado en las Bahamas en febrero del pasado 2020, aunque saldrá a la venta el próximo viernes 26 de marzo. Ha sido producido por Richie y Adrian y mezclado por Kevin “Caveman” Shirley. En él, Adrian y Richie se convierten en los vocalistas y guitarristas del álbum al completo. De hecho, Kotzen incluso toca el bajo de todos los temas y la batería en todas las canciones excepto en Solar Fire en la que Nicko McBrain, batería de Iron Maiden, toca la batería y You Don’t Know Me, I Wanna Stay y Til Tomorrow donde es el gran Tal Bergam quien la toca.
En resumen, nueve temazos llenos del mejor rock mezclado con blues que desprenden una energía capaz de hacernos vibrar con su escucha. No solo se nota la gran compenetración entre estos músicos, sino también el talento y las ganas de tocar que se ocultan en sus interiores.
Smith/Kotzen TEMA A TEMA
El disco comienza con la famosa “Taking my Chances” que fue utilizada como el primer adelanto de este primer trabajo. El riff inicial tan rockero contrasta con la melodía más blusera que sirve de acompañamiento al verso del tema. Podemos ver cómo se van sucediendo distintas florituras de guitarra mientras la principal va marcando el ritmo general. En el poderoso estribillo, además, escuchamos un contraste vocal entre Smith, al cargo de los coros, y Richie, el cantante principal. Otra cosa que destaca en este tema es el solo de guitarra final protagonizado por un virtuoso Adrian que demuestra su pasión por el wah-wah y los armónicos más rockeros.
Una poderosa batería seguida de un riff de guitarra eléctrica bien distorsionada sirve de introducción para “Running”. En el estribillo nuestro querido Richie concentra todos sus esfuerzos en sacar esa voz brillante que le caracteriza, haciéndolo uno de los más pegadizos del álbum. No podemos dejar de mencionar el solo de guitarra, lleno de notas tocadas a una velocidad aplastante y lleno de energía.
Unos acordes limpios de guitarra nos anuncian la llegada de “Scars”, el segundo adelanto del disco. En el comienzo, la voz de Richie parece dolida mientras canta lleno de sentimiento acompañado por una guitarra en limpio mientras la eléctrica de Smith va metiéndose allí donde puede. En el estribillo destaca el punteo de guitarra que toca cada vez que Kotzen termina de cantar una estrofa. Es, sin duda, una de las canciones más emotivas y logradas del disco, en la que se va obteniendo paulatinamente un sonido más rockero hasta desembocar en el solo tocado a dos guitarras.
“Some People” comienza con una batería predominante, cuyos platillos van sonando a lo largo de los primeros momentos del tema, a la que se le van sumando todos los instrumentos hasta que, en el estribillo, todo estalla por los aires. Un tema con un tempo más lento que los anteriores en el que incluso podemos apreciar el gran cuidado con el que tratan al bajo, con una melodía que se mete hasta en nuestros huesos.
Unos punteos muy blueseros introducen “Glory Road” hasta que el riff se termina de formar y comienza la estructura principal de la canción. La voz de Smith se suma con mucho éxito a la de Richie en el estribillo menos salvaje que las anteriores, pero, aun así, muy macarra. Además, la voz de Adrian solo después del primer estribillo nos demuestra cómo el talentoso guitarrista también hace un espectacular uso de su voz. La canción termina, cómo no, con un solo de guitarra donde Adrian hace uso de todas las técnicas que ha ido asimilando para finalizar con grandeza este temazo.
En “Solar Fire” encontramos la primera colaboración: Nicko McBrain, batería de Iron Maiden. De esta colaboración podemos explicar por qué la batería, tan contundente y veloz, destaca tanto en un tema como este en el que el riff de guitarra, tan macarra y rockero como el propio Smith, va derivándonos poco a poco hacia uno de los solos más comprimidos del álbum. En él consigue en poco tiempo sacar el mayor provecho de las notas agudas de un modo tan magistral como pocos guitarristas saben.
Un riff muy pesado que va tocando una oscura melodía mientras la otra guitarra hace pequeñas florituras encima nos introduce hacia “You Don’t Know Me”. En el comienzo el mismo riff de guitarra va repitiéndose mientras la voz de Richie va haciéndose más poderosa para desatar con su chorro de voz en el estribillo. Mientras tanto, la otra guitarra eléctrica va tocando punteos, arpegios y notas de distintas escalas embelleciendo el riff base. También destaca la batería con Tal Bergam que, junto al bajo, va marcando el ritmo de este tema. A dos minutos de que la canción más larga del disco termine, el bajo va tocando la melodía principal mientras la guitarra de Adrian se luce en un solo increíble que empieza lenta y con una finalidad estética hasta que la locura se apodera de las seis cuerdas e interpreta el solo más extenso.
La bella melodía a dos guitarras de “I Wanna Stay” es capaz de convencer hasta a los mayores detractores de este combo Smith/Kotzen del gran trabajo que han hecho juntos. Esta misma melodía se repite después de cada estribillo a modo de puente que conduce hacia el siguiente verso, donde la parte vocal predomina sobre la instrumental. Después del segundo estribillo suena un solo lento donde su finalidad es estética, lejos de esa velocidad que ha protagonizado otros temas.
Con las gargantas ya destrozadas y los dedos agarrotados de tanto tocar la guitarra aérea, el disco llega a su fin con “‘Til Tomorrow”. Unos rasgueos junto a la batería, nuevamente de manos de Tal Bergam, nos introducen hacia este tema final. La voz de Kotzen vuelve a lucirse con un sentimiento desgarrador en el verso, donde las guitarras quedan en un segundo plano, pero lleno de energía en el estribillo, junto al gran Adrian Smith. El tema, cómo no, finaliza con otro de esos solos de guitarra que nos pone la piel de gallina y que nos muestran la gran experiencia de estos dos maestros virtuosos de la guitarra. Sin duda, la mejor forma de ponerle un broche final dorado a un discazo como este.
CONCLUSIÓN
Si algún fan de Iron Maiden está buscando escuchar en este disco alguna especie de The Trooper que se aleje de este álbum. Sin embargo, lo recomiendo 100% a todos aquellos amantes del rock y de la música en general, pues en este disco se concentran las mejores influencias del rock, blues y metal presentes en las almas de estos dos genios musicales. Riffs pesados y contundentes, unos ritmos alocados junto a temas donde el tempo se ralentiza un poco, solos llenos de energía y sentimientos que tienen una finalidad tanto estética como función de chute de adrenalina, unas voces espléndidas que nos permiten disfrutar al máximo de cada momento, unas colaboraciones en batería impresionantes que dejan su huella en cada una de las canciones en las que participan…
Pero, sobre todo, lo más importante que son capaces de transmitir es ese respeto y dedicación por un género que han reinventado por completo poniéndolo patas arriba para demostrar que son mucho más que la banda que les hizo famosos. Una prueba de todos estos elementos es la canción “Scars”. Este tema es, en mi opinión, el mejor de todo el disco. Transmite esa energía y esa buena sensación que no te abandona durante todo el disco, pero que se intensifica en este corte. Sin duda, uno de los mejores álbumes que nos ha traído este 2021.
Crítica de David Medrano
