Así disfrutamos del concierto que ofreció AC/DC en el Estadio de La Cartuja en Sevilla el pasado 29 de mayo de 2024 dentro de su gira Power Up Tour 24
Y por fin llegó el día. Madrugón para viajar hasta Sevilla, pero una sonrisa de oreja a oreja.
Ya en el avión, la cosa pintaba bien. Desfile de camisetas, conversaciones cruzadas sobre el repertorio, la edad de los chicos y un sinfín de historias y anécdotas de rock. Hasta el piloto hizo mención al concierto, deseándonos un show memorable minutos antes de aterrizar.
La ciudad no iba a ser distinta, un día maravilloso en la capital Hispalense hace presagiar una noche especial. Probablemente esta será mi despedida de una de esas bandas que me ha acompañado desde bien pequeño y que siempre ocupará un puesto de podio en mi corazón. Y es que, mientras escribo estas líneas, una avalancha de momentos se me viene encima. Momentos que podría pasarme días relatando aquí, pero que evidentemente no voy a hacer. A ti lo que te interesa es la miga de lo vivido en el concierto, y a por ello vamos.
Permitidme otro apunte antes de entrar en lo puramente musical, y es algo que probablemente pueda venir muy bien a alguno para este sábado. Llegar a La Cartuja desde ciertos puntos de Sevilla puede ser un poco infernal. No os hagáis los remolones e id con tiempo. Hay una solución “alternativa” al bus, taxis y demás: el uso de patinetes, bicis o incluso motos eléctricas que se alquilan por uso y se aparcan muy bien. Cuando lleguéis a Sevilla, escanead un par de opciones y tened la app preparada. A mí me ha apañado mucho el día, y para la vuelta desde el concierto, si no fuera por eso, todavía estaría haciendo la cola del taxi.
Venga, ya no me lío más… El bolo.
Con todavía cerca de 35 grados, salieron al escenario los amigos de The Pretty Reckless y, aunque el público en general iba a lo que iba, la banda comandada por Taylor Momsen se lo curró para ganarse a los asistentes a base de rock crudo, energía y una frontwoman con capacidad para dominar el enorme escenario con total seguridad, moviéndose de un extremo a otro, cantando, saltando y gritando.
Como suele ocurrir en estos casos, la sensación es agridulce para la banda, ya que pueden mostrarse ante muchos miles de personas que en otra situación nunca habrían tenido delante, pero al mismo tiempo pelean por levantar un show que parte del público simplemente quiere que pase lo antes posible.
Y tras esta actuación, llega el impás hasta la salida de AC/DC al escenario. Lo hacían con pocos minutos de retraso y como era de esperar al son de “If You Want Blood (You’ve Got It)”. Después, “Back in Black” para llevarnos a un estado de euforia que se mantuvo en los siguientes cortes, incluida la nueva “Demon Fire”. En estos primeros tres temas, el sonido tenía sus fallos y tardó en ajustarse para que la voz de Brian sonara como merece el esfuerzo que hace este hombre.
Con “Thunderstruck”, la cosa ya era de locura: el público entregado al máximo, y la banda retroalimentándose de esta excitación. Todos estábamos disfrutando, ellos arriba y nosotros abajo.
La tripleta “Have a Drink on Me”, “Hells Bells” y “Shot in the Dark” hizo el efecto de “falso” reposo, sirviendo como una especie de leve descanso tras el tsunami inicial. Pero es que ese tsunami se quedó pequeño ante la llegada de “Stiff Upper Lip” y “Shoot to Thrill”. ¡MADRE MÍA! Cómo sonaron esos dos temas. Y además, ver esa cara de felicidad en Brian y Angus, esa complicidad entre ellos y también con los fans, me llevó a pensar que ¿por qué va a ser esta su última gira? La biología va por un lado, pero estos tipos siguen su propio camino.
El show continuó sin sorpresas en el setlist, que se ajustó al reestructurado en esta etapa desde Italia, donde se recortaron algunas piezas del setlist original. Creo que es un setlist más que suficiente que repasa la historia de la banda y además presenta un par de pildoritas nuevas.
“High Voltage” para mí fue otra de las destacadas, y por poner un pero, lo pondría en “You Shook Me All Night Long”, esa dificilísima canción para interpretar en directo y que a estas alturas del camino, se les empieza a hacer un poco bola. Eso sí, yo jamás la quitaría porque, aunque sea con el micrófono de Johnson al aire, el público siempre se lo va a pasar pipa, cantándola y bailándola.
Éxitos y más éxitos. “Highway to Hell”, “Whole Lotta Rosie” y “Let There Be Rock” nos llevaron a un extenso solo de Angus, que se volvió a revolcar por el suelo y a juguetear con el público durante un buen rato (AC/DC 200%).
El concierto cerró después del parón con “T.N.T.” y “For Those About to Rock (We Salute You)”, con cañonazos, fuegos artificiales y todo lo necesario para hacer un fin de fiesta a la altura.
Entré en el concierto pensando que sería el último, y sinceramente, no lo he sentido como una despedida. Más bien me ha parecido un “aquí estamos, ¿qué pasa?”.
Para concluir, quiero hacerlo como empezamos. AC/DC, honestidad ante todo. En tiempos donde las bandas cubren sus defectos con trucos, pistas y todo tipo de arreglos tecnológicos, los australianos han decidido llegar hasta el final como son. Una banda de cinco tocando y sonando como eso, como una banda de cinco en directo, y no como una disco de estudio. No es lo normal, pero mola.
Gracias Angus, gracias Brian y gracias a todos los que son y los que fueron (Malcolm, Bon, Cliff,…) y ¿por qué no? A los que serán.
Crónica de Oscar Ricoy