ACCEPT hizo vibrar Madrid con un concierto inolvidable en La Riviera. Una noche llena de energía y nostalgia para los amantes del heavy metal clásico
Anoche en Madrid pude cumplir un sueño que, con el tiempo, se había convertido en un sano ajuste de cuentas. Ayer retomé mi fanatismo por mis maestros Jedis en esto del metal, y les perdoné el hecho de haberme dejado huérfano a principios de los 90, cuando “la voz” de la banda cambió de aires. Confieso que, como un niño al que le quitan su juguete favorito, me marché enfadado y cerré mis oídos a estos teutones.
Sí, hablo de “los” ACCEPT, como nos gusta a los españoles personalizar a las bandas con esos artículos tan nuestros. Esa banda cuyo único miembro original sigue en la cima del guitarreo y es el amo indiscutible del negocio. Más allá de su carácter, que ni conozco ni me importa, es un privilegio que se ha ganado cuando le ves actuar.
Vayamos por partes:
La previa:
De una banda habla su público, y ayer era una fiesta del heavy clásico de toda la vida. El que suscribe ya no cumple 53 y estaba algo por debajo de la media. Chupas de cuero, melenas plateadas y hasta alguna Harley rodeaban los aledaños de La Riviera. El incombustible veranillo madrileño acompañaba y las terrazas se tiñeron de negro y ámbar. Tras llenar los depósitos de combustible, los fieles accedimos a la sala. Empezaba la “tralla”.
La descarga:
Como buenos europeos, las 9 era la hora prevista y, a esa hora, empezaron con un par de canciones del nuevo disco, Humanoid. No hacía falta nada más para empezar a mover la cabeza, hacer “air guitarrismos” (perdón por inventarme el término) y corear cada uno de los riffs. Luego tiraron de clásicos (adoro esa frase) y ya no hubo tregua, salvo para ir a vaciar esos depósitos que, cuando eras joven, vaciabas cuando te tomabas las de después.
No se dejaron ninguno de los himnos por los que había pagado la entrada, y el sonido fue brutal, aunque creo que, a última hora, lo bajaron un poco. No hubo tregua ni charlita con el público, salvo un “¡Buenas noches, Madrid!”. A piñón y sin descansos. No se hacen prisioneros, que mañana era día de escuela.
Tampoco eché en falta al cantante original y le debía una escucha al señor Tornillo, cuya voz sigue “on fire”. Hoffmann es intocable, pero los miembros actuales no le van a la zaga. Como buen producto alemán, ACCEPT es una apuesta segura y lamento habérmelos perdido durante años por la estúpida cabezonería del ángel caído.
Fue un gran reencuentro a nivel musical y la primera ocasión en directo, pero es la primera piedra del camino de regreso al metal, camino que jamás he dejado; aunque sí es cierto que a estos los tenía castigados, cuando el perjudicado he sido yo. Lo de anoche fue un auténtico trallazo, y los heavies clásicos abandonamos la sala más que satisfechos y con una chincheta más en la chupa.
Algunos retomarían lo que dejaron a medias en la previa, pero el que suscribe se marchó a casa tras despedirse de sus compañeros de batalla.
Con esta misiva me desquito del amargo sabor de haber olvidado a mis primeros ídolos, y la lección queda aprendida.
Sorry for the delay, ACCEPT… ¡¡¡¡¡Larga vida al Metal!!!!!!