Fotos y crónica completa de concierto de Helloween en La Nueva Cubierta de Leganes el sábado 15 de Noviembre de 2025 junto a Beast in Black
Si alguna vez existió una duda sobre la longevidad y el poder del Power Metal, Helloween la pulverizó anoche en La Cubierta de Leganés. Ante un aforo completo, y plenamente rendido, la formación originalmente bautizada como Pumpkins United ofreció una clase magistral de fiesta, potencia y al fin de al cabo historia musical. Y es que son 40 años.

Pero vamos a empezar por el principio. Menuda jornada lluviosa tocó para recibir a los alemanes. No había bares suficientes para resguardar tanta «melena», cualquier repisa era buena aunque fuera para realizar una calentamiento express lata en mano. También hubo que soportar alguna cola importante para acceder, pero eso no frenó las ganas, ni mucho menos el ambiente sostenido por gente que venía de toda España.
Pues una vez dentro, vamos al lío.
Telón de Apertura: Beast in Black y la Inyección de Energía Ochentera
Como ya es habitual en esta etapa de la gira, los fineses Beast in Black fueron los encargados de activar el termostato de la noche. Su mezcla de Power Metal, Synth ochentero y actitud de videojuego hizo vibrar a una Cubierta que comenzaba a sacudirse la lluvia de encima.
Abrieron con “Power of the Beast” y enlazaron sin respiro con “Hardcore”, “From Hell With Love” y “Blood of a Lion”. El público, entregado desde el minuto uno, respondía a cada estribillo como si fuera el concierto de su vida.

El setlist avanzó con seguridad entre temas que ya son pequeños himnos de la banda: “Cry Out for a Hero”, “Sweet True Lies”, “Enter the Behelit”, “Beast in Black”, “Die by the Blade”, “One Night in Tokyo” y la coreadísima “Blind and Frozen”. “No Surrender” puso el broche final con toda la Cubierta en modo fiesta total.

Yannis Papadopoulos volvió a demostrar que es uno de los vocalistas más solventes del género: potencia, agudos afilados y presencia sobrada. Un telonero de categoría que dejó el escenario bien caliente para lo que venía después. Dejaron claro que el cuarto álbum de la banda está en camino y lo tendremos para princpios del 2026.
El Desembarco de las Calabazas: Así vivimos el show de Helloween
Helloween salieron puntuales, sin rodeos, y con un despliegue escénico que hizo temblar La Nueva Cubierta desde el primer segundo. La combinación de luces láser, columnas de fuego, chorros de serpentinas y unas pantallas gigantes que daban vida a cada canción convirtió la actuación en una experiencia totalmente inmersiva. Se notaba que la banda venía dispuesta a celebrar sus cuarenta años por todo lo alto y que esta gira está pensada para brillar en grandes recintos.

Desde que cayó el telón inicial y aparecieron los siete miembros sobre el escenario, quedó claro que el trío vocal sigue siendo la joya más brillante de la casa. Michael Kiske continúa cantando a un nivel estratosférico, con una facilidad insultante para llegar a notas que parecen imposibles. Andi Deris, por su parte, mantiene la garra y la energía de sus mejores años, dominando los medios tiempos, las partes más teatrales y todos esos temas que llevan su sello. Kai Hansen, siempre disfrutón, aportó esa actitud rebelde y contagiosa que conecta con el público de forma instantánea. Los tres se repartieron protagonismo, sonrieron, bromearon y demostraron una química que traspasa las pantallas. Las cámaras pueden revelar el paso del tiempo, pero vocalmente siguen en una forma que ya quisieran muchas bandas con la mitad de su recorrido.

Musicalmente estuvieron muy sólidos, y parte de esa solvencia recae en el resto del grupo. Daniel Löble fue un auténtico martillo pilón, incansable durante las dos horas y media de concierto; es de esos músicos que parece que van sobrados incluso cuando el set alcanza velocidades indecentes. Sascha Gerstner estuvo impecable, cercano y cómodo, con ese aire peculiar que lo caracteriza, llenando de textura los pasajes más modernos. Markus Grosskopf transmitió buen rollo desde el minuto uno: sonrisas, interacción constante y un bajo que sostiene cada tema con firmeza y estilo. Quizá el único que se vio algo más justo físicamente fue Michael Weikath. Tocó bien, como siempre, pero su presencia dejaba entrever que este tipo de giras pasa factura. Aun así, su sonido sigue siendo inconfundible y necesario.

En lo musical, el recorrido fue un auténtico regalo para los fans de todas las épocas. Arrancaron con “March of Time” y siguieron con una descomunal “The King for a 1000 Years” que dejó claro que la noche iba a ser intensa. El estallido vino con “Future World”, que convirtió la Cubierta en un karaoke generalizado. A partir de ahí, fueron alternando himnos y cortes más recientes con una soltura admirable: “This Is Tokyo”, “We Burn”, “Twilight of the Gods”, “Ride the Sky” con Hansen en modo torbellino, “Into the Sun”, “Hey Lord!”, “Universe (Gravity for Hearts)” y una muy celebrada “Hell Was Made in Heaven”.

Más tarde llegó la parte más emocional con “In the Middle of a Heartbeat”, precedida por un guiño a “Suspicious Minds”, y la siempre preciosa “A Tale That Wasn’t Right”. También hubo momentos de puro disfrute metálico con “A Little Is a Little Too Much”, “Heavy Metal (Is the Law)” y, por supuesto, “Halloween”, que puso al recinto patas arriba.

El tramo final fue un auténtico terremoto, con los bises formando parte de esa tradición que nunca falla: “Eagle Fly Free”, “Power”, “Dr. Stein” y un breve fragmento de “Keeper of the Seven Keys”, que aunque se quedó en unos segundos —como suele ser habitual en las giras actuales— fue recibido con una ovación enorme. Es cierto que a muchos nos supo a poco, pero incluso ese momento corto bastó para cerrar el concierto con un aura de grandeza.
Entre efectos, interacción constante, un setlist enorme y un ritmo que no decayó en ningún momento, las dos horas y media se pasaron en un suspiro. Helloween demostraron que siguen siendo una banda en un estado admirable, con ganas, con fuerza y con una química interna que se nota desde cualquier rincón de la sala. Una celebración absoluta del Power Metal, de su historia y de un legado que, visto lo de anoche, tiene cuerda para rato.

Helloween sigue siendo inmortal
Salimos de La Cubierta con una sensación clara: Helloween no solo celebra 40 años, los reivindica. La banda está en plena forma, Deris y Kiske se complementan como si hubieran cantado juntos toda la vida, Hansen aporta ese toque salvaje que siempre se agradece y la base instrumental continúa siendo un muro sonoro impecable.
Si no estuviste allí, lo siento: te perdiste una de las noches más potentes del Power Metal en España en los últimos años, correo que estás a tiempo de rematar hoy. Pero si ni puedes, no sufras, que esto es Helloween. Y Helloween siempre vuelve.
