Y&T (para nosotros a partir de ahora Y & Tomorrow) hicieron vibrar Madrid con un concierto impecable al nivel de los que vivíamos muchos años atrás
A mí siempre me han dicho que la clave del éxito está en ser un virtuoso en lo sencillo, y conservar lo que funciona. Tan claro como preciso de entender, como que la diosa Fortuna también aporta su grano de arena. Faltaría más.
Pues anoche se alinearon varios de los factores y me vi de rebote en la BUT, de la que salí sin peros:
A un colega le sobraba una entrada y “allí me planté y en tu fiesta me colé”. Porque desde luego fue una fiesta, que empezó dos horas antes tomándola en negocios colindantes. Lo comido y bebido en la previa se quedó en nada en comparación con lo vivido.

Y tras este pequeño relato vamos a por la chicha.
Si Terminator llevara sus gafas pasaría esta información:
Fecha: 24 de septiembre de 2025
Lugar: Sala BUT, Madrid, España.
Aforo: Completo
Asistentes: Tipos raros de más de 50
Evento: Concierto
Artista: Y&T
Y así fue. Una descarga para los fieles y no tan fieles, algunos de ellos por la insistencia de los más expertos. Yo era la segunda vez que los veía, pero no era un ateo en la materia. Tengo la suerte de conocerlos y no dudé en aceptar la oferta. Fui a por mis 6 temas incunables y me los llevé con suculentas propinas.

El inicio estaba claro, “OPEN FIRE”. Ataque directo que ya encendió al público, aún más si cabe.
Todos los miembros del grupo impecables en la entrega y el virtuosismo, pero por encima de ellos, el gran Meniketti. Un frontman de manual con la imagen de poder tocar él solo. Podría ser un hombre orquesta, aunque siempre hace falta equipo.
El setlist era un concurso de himnos, los cuales iban sonando de menos a más según pasaban los minutos. El sonido al final era exquisito y salí sin ese odioso pitido que a veces dura dos días.

La cosa se empezaba a calentar a partir de “MIDNIGHT IN TOKIO”, tema clásico que se reconoce al primer acorde y que allí nos alineamos todos a una. A partir de ahí, cualquier momento para ir a la barra o a desbeber era un pestañeo imperdonable debido al nivel mostrado. Para mí estuvieron mejor que la otra vez que los vi. Ya habían caído dos de mis 6. Pero faltaba lo bueno, una de las más esperadas. Un baladón con un punteo majestuoso que es capaz de hacer llorar al mismísimo dueño de las gafas mencionadas anteriormente. Puro sentimiento, pura pasión. Yo tuve que abortar una expedición a la barra en cuanto empezó. Y no es que me esté ablandando, simplemente me gusta el arte. “I BELIEVE IN YOU” es para estudiar en escuelas de rock. Pelos como escarpias y algún ojo se humedeció seguro. Estos puretas son unos moñas, que dirían los más jóvenes. Pero es que cuando una guitarra llora, su llanto es contagioso. Nadie como Meniketti para estas lides. Y solo tiene 71 años, el chaval.

El concierto tenía ritmo y apenas un par de frases con el público para no cortar el ritmo, que ya somos mayorcitos. Durante 2 horas iban cayendo una tras otra hasta poco antes de los bises con otra de mi docena: “RESCUE ME”. Otro momentazo previo al colofón. Yo ya tenía 5 y me faltaba la buena, con la que mi hijo, antes de hablar, coreaba en su idioma el estribillo. Tenía que llegar el “POREVOL”, esa traducción fuera de todo traductor. No existe el idioma “spanglish child”.
Y sí, se despidieron con su eterna “FOREVER”. Madre mía, qué escándalo. De haber estado esa gente joven ajena al rock, esos que nos llamaban moñas, se habrían afiliado seguro. Meniketti, elevado a los altares y llevado en volandas por sus acólitos, nos regaló la mejor de las despedidas. Tacatacatacatata… Brutal. Después de esa descarga no se puede esperar nada más que irse a recordar lo vivido. Para mi gusto no se dejó nada en el tintero y se vació.

Músicos honestos escasean y estos son un ejemplo. Sin estridencias ni colaboraciones. Ni siquiera teloneros. Es una fiesta para los colegas, para esos talluditos con ganas de petarlo entre semana. Y vaya si lo petamos ayer. Abrazos y brazos flexionados a la mitad como símbolo de victoria. Pero es que el éxito del grupo se debe a sus seguidores. El estar allí un miércoles y salir vivo es para estar orgulloso.
Lo dicho, fiesta grande y una oda al rock, orquestada por 4 tipos que lo respetan siendo siempre fieles a su estilo. La historia no les hace el hueco que se merecen, pero creo sinceramente que no les importa. Después de 50 años, poder girar como ayer ya les hace grandes.
Enhorabuena, Y&T, desde AYER ya sois MAÑANA… y “FOREVER”.
Crónica de Fernando