Una emotiva despedida a Tom Petty

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Luis F. Gomez quiere compartir también con los lectores de Rock and Blog su particular homenaje a Tom Petty

Estoy totalmente desolado ante la muerte de Tom Petty. Es uno de los músicos más importantes de mi vida, y por lo que a mí respecta, ya nada volverá a ser igual. Tom Petty era (que duro resulta conjugar en pasado) el gran artesano de la canción, el gran artesano de la melodía, un artista de raíces que respetaba la música y que la elevó a unos niveles muy, pero que muy altos con una carrera perfecta en la que nunca grabó un mal disco. Dios Petty era la música, y sus Heartbreakers una de las bandas más grandes de todos los tiempos.

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Yo me enamoré de ellos en cuanto los descubrí a principios de los 90 en una de esas excursiones en el centro de Barcelona en busca de música nueva. Yo era un metalhead, pero, al igual que me pasó con Neil Young, la música de ambos siempre tenían cabida en mis maratones musicales. De hecho, ambos son los culpables de que mis gustos musicales fueran más allá del Metal 80s. Gracias a ellos empecé a descubrir que había vida también más allá de Eddie, y empecé a abrir mi mente y mis oídos a otros tipos de música. Y hasta hoy.

Es curioso, pero los dos primeros discos que escuche de Petty fueron su ópera prima “Tom Petty and the Heartbreakers” (1976) e “Into the great wide open” (1991), dos discos tan diferentes entre sí que me desubicaron por completo, ya que parecían bandas diferentes. El primero era un disco de perfecto Rock americano con una producción muy mejorable, y el segundo era un perfecto disco mucho más orientado al Pop y con una producción excesiva. Pero claro, las canciones de ambos eran (y son) tan irresistibles, que poco importaban los tecnicismos.

Hablar de Tom Petty es hablar de obras maestras (aparte de las dos citadas) como “Damn the torpedoes” (1979), “Full moon fever” (1989), “Wildflowers” (1994), “She’s the one” (1996) o “Echo” (1999), es hablar de canciones como “Angel Dream”, “Breakdowm”, “The Waiting”, “I won’t back dowm”, “Learning to fly”, “Mary Jean last dance”, “American girl”, “Swinging” y tantas más que la lista sería interminable para mi. Hablar de Tom Petty es hablar de  sus incomparables Heartbreakers, especialmente de ese guitarrista de otra galaxia llamado Mike Campbell, y de ese pianista y teclista sobrehumano llamado Benmont Tench. Hablar de Tom Petty es hablar de los Traveling Wilburys, aquella superbanda formada por Bob Dylan, George Harrison, Roy Orbison, Jeff Lyne y el propio Petty, y que nos deleitaron con dos espectaculares obras a finales de los 80 que fueron el epitafio de Orbison. Hablar de Tom Petty es hablar de Elvis, de los Beatles, de The Animals, de Dylan, de los Yardbirds y de muchos más, siempre muy presentes en su obra. Pero sobre todo, hablar de Tom Petty es hablar de uno de los músicos, compositores y arreglistas más imprescindibles y respetados de todos los tiempos. Es hablar de MÚSICA. Es hablar de DIOS.

Gracias infinitas desde el fondo de mi alma por tanto. No te olvidaré jamás. Descanse en paz Thomas Earl Petty.

Luis F. Gómez

Sobre este mismo tema escribía también nuestro amigo Paco Delgado en este artículo

 

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